
El 20 de mayo pasado, el Presidente Gustavo Petro anunció con vehemencia y júbilo que Colombia regresaría a UNASUR, (un mecanismo de integración conformado por los países de América del Sur creado en el año 2008, con Chile ejerciendo como su primera Presidencia Pro-tempore), pretendiendo con ello borrar del mapa a PROSUR, porque venía del período anterior cuando en la mayoría de los países de la región gobernaba la derecha.
Una semana después se oficializó la nueva alianza, cuando se dieron cita en Brasilia 11 presidentes de Suramérica, en un intento de Lula Da Silva por liderar la cohesión de la izquierda latinoamericana. La cumbre que para ese bloque ideológico prometía unión, moneda única y la refundación del mecanismo de UNASUR, no pudo salir peor.
Mientras que Perú no asistió por primera vez a la cita, las diferencias entre algunos mandatarios respecto a la situación política de Venezuela fue la razón principal. No cayó bien el discurso del Presidente Lula de Brasil al referirse a la violación de los Derechos Humanos en el régimen de Maduro como una “construcción narrativa”.
Chile y Uruguay protestaron vehementemente argumentando que la situación en Venezuela es real, crítica y nada de “narrativa”. Boric se toma el protagonismo de la cumbre.
No es la primera vez que el Presidente Chileno Gabriel Boric se manifiesta contra la dictadura de Nicolás Maduro, lo hizo también en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de septiembre del año pasado, lo que generó los insultos del segundo al mando del régimen, Diosdado Cabello, quien calificó a Boric de “bobo y gafo”.
Hay que recordar que ese hecho fue condenado por todos los partidos políticos de Chile, oficiales y opositores, que salieron unánimemente en defensa de Boric.
Y es que la situación de la migración en Chile se ha convertido junto a la inseguridad en las mayores preocupaciones de los chilenos, incluso por encima de las “pretensiones sociales” que condujeron al mal llamado estallido social, como eran la vivienda, la salud, la educación y las pensiones.
Por lo anterior, habrá que ver hasta donde Chile está dispuesto a unirse al bloque suramericano de la izquierda y tampoco la veo renunciado al peso chileno, el más estable de la región, para darle paso a una moneda común.
Pese a las diferencias ideológicas entre los actuales gobiernos de Chile y Perú, ninguno ha afectado sus relaciones diplomáticas ni comerciales, generando un clima de estabilidad a los inversionistas de ambas partes.
Gabriel Boric Font, el más joven e informal de los mandatarios reunidos en Brasilia, se volvió a “alejar” nuevamente de sus pares: “una cosa es que seamos de izquierda y otra es que vayamos a cerrar los ojos frente a la situación política y social de Venezuela”, manifestó.
Argentina, otro país determinante en el futuro de UNASUR, se juega sus elecciones presidenciales en los próximos días y de acuerdo a todos los pronósticos, el país podría girar a la derecha, lo cual sería el golpe que pondría final al sueño de la izquierda latinomericana.